The Joy Formidable y Passion Pit en el Knitting Factory (Spokane), crónica del concierto

The Joy Formidable and Passion Pit

Una introducción antémica de cuerdas en un escenario vacío dio comienzo a la actuación de The Joy Formidable en el Knitting Factory el pasado viernes por la noche. Una larga subida de tono dio paso a “This Ladder is Ours”, y la alta energía estableció el escenario para el resto del concierto. La banda de tres miembros está formada por el vocalista y guitarrista principal

Ritzy Bryan, cuyos grandes e intimidantes ojos miraban fijamente al público con implacable intensidad, el bajista Rhydian Dafydd, que se levantó en las caras de los fans de primera fila para animar a una multitud alborotada, y el batería Matthew James Thomas, cuyo pelo salvaje simplemente hablaba por sí mismo. Al principio, era difícil oír la voz de Bryan entre el resto del ruido de alto voltaje, pero se trataba más de un error técnico que musical y se solucionó al cabo de un par de canciones.

Cada canción se intensificó con colores intermitentes y alternos, instrumentales prolongados y finales abruptos perfectamente orquestados con las luces. La química entre los miembros de la banda reveló su nivel de comodidad entre ellos mientras tocaban los instrumentos de los demás, se despeinaban el pelo unos a otros y hacían muecas burlonas entre canción y canción. “Maw Maw Song” tuvo la introducción más dramática y alargada, aunque la canción más intensa fue la de cierre, “Whirring”, que se alargó unos diez minutos, y concluyó con Bryan tirando su guitarra al suelo, pateando el amplificador y lanzando un beso mientras abandonaba el escenario.

El tiempo de espera entre The Joy Formidable y Passion Pit se alargó, en parte debido al hecho de que Passion Pit tiene un equipo tan intrincado que requirió tiempo extra de preparación. Teníamos algunos chillones y empujones detrás de nosotros en la segunda fila, por lo que esta espera realmente parecía siglos. Sin embargo, la pausa terminó finalmente con la apertura, “Sylvia”. Aunque todos los miembros contribuyeron, especialmente con tres coristas, la atención se centró en el líder Michael Angelakos mientras el resto de la banda tocaba en sincronía en el fondo.

“Carried Away” fue el tercer tema, el primero de su nuevo álbum. Se situó bien en el contexto del resto del espectáculo, porque era demasiado pronto para tocar el éxito “Take A Walk” (que, por supuesto, apareció al final), pero en aras de la variedad era necesario contar con una canción más popular y nueva. El entusiasmo de Angelakos se vio acentuado por su tendencia a levantar objetos en el aire, incluido su pie de micro en varias ocasiones. Se movía con la excitación de un niño pequeño, pero sin pasarse, y sacaba la lengua por la boca para llevar aún más lejos su brillante voz.

“Sleepyhead”, tocada hacia el final del concierto, fue mi favorita por su ritmo y su facilidad para el baile, pero “Little Secrets” fue, con diferencia, la que más gustó al público, y concluyó el concierto con la plena participación del público durante el estribillo, gritando “más alto, más alto, más alto”.

Aunque The Joy Formidable y Passion Pit tienen grandes diferencias de género y sonido, los dos crearon una combinación perfecta el uno junto al otro por su gran energía y sus técnicas para enardecer al público.